Siguiendo con la obra de
Ildefonso Falcones voy a comentar el siguiente libro que leí de este autor La
Mano de Fátima un libro bastante parecido al anterior La Catedral del Mar, con
intrigas, violencia, pasión, lucha
contra las injusticias, venganza, traición y amor.
Es fácil de leer, de prosa
ligera pero más denso en cuanto a historia. Enseña la mentalidad de las
personas respecto a la mujer y sobre
todo las luchas religiosas y todo lo que ello conlleva de sufrimiento respecto al personaje
principal atrapado entre las dos religiones la Católica y la musulmana y su
lucha por la convivencia de las dos religiones.
También hace un fascinante recorrido por escenarios como
las agrestes montañas de las Alpujarras -y la guerra que en ellas se libró-,
así como por la imponente Córdoba, la antigua ciudad califal: con su mezquita
catedral, su vieja medina, sus calles y su bullicio. Ciudad que me encanta y de
la cual me siento muy identificada por nacimiento, por lo que para mí ya hay un
motivo más para leerla.
Un libro recomendable por entretenido y ameno.
Argumento:
En la opulenta Córdoba de la
segunda mitad del siglo XVI, un joven morisco, desgarrado entre dos culturas y
dos amores, inicia una ardiente lucha por la tolerancia religiosa y los
derechos de su pueblo. En 1568, en los valles y montes de las Alpujarras, ha
estallado el grito de la rebelión: hartos de injusticias, los moriscos se enfrentan a los
cristianos e inician una desigual pugna que sólo podía terminar con su derrota
y dispersión por todo el reino de Castilla. Entre los sublevados se encuentra
el joven Hernando. Hijo de una morisca y el sacerdote que la violó, es
rechazado por los suyos, debido a su origen, y por los cristianos, por la
cultura y costumbres de su familia. Durante la insurrección conoce la
brutalidad y crueldad de unos y otros, pero también encuentra el amor en la
figura de la valerosa Fátima, la de los grandes ojos negros. A partir de la
derrota, forzado a vivir en Córdoba y en medio de las dificultades de la
existencia cotidiana, todas sus fuerzas se concentrarán en lograr que su
cultura y religión, las de los vencidos, recuperen la dignidad y el papel que
merecen. Para ello deberá correr riesgos y atreverse con audaces y muy
peligrosas iniciativas.